Conseguir energías renovables con material reciclado que permitan disponer de agua caliente en los suburbios de la miseria de grandes ciudades como El Cairo. Este es el ambicioso objetivo que se ha marcado el ingeniero Thomas Culhane, que ya ha puesto en marcha casi medio centenar de instalaciones en las azoteas de Darb Al-Ahmar, el barrio en el que viven los 'zabbaleen' (recolectores de basura) de la gran ciudad islámica.
Su proyecto, que desarrolla a través de su propia ONG (Solar CITIES), es brillante en su sencillez: se basa en fabricar calentadores de agua, de hasta 200 litros, con el material reciclado recogido en el vertedero. "Una madre egipcia pasa hasta siete horas organizando el baño de sus hijos, yendo a por el agua, calentándolo. Con este sistema siempre tendrá agua caliente disponible, y sin generar contaminación", explicaba, eufórico, durante una visita reciente a Madrid.
Culhane, nombrado explorador emergente de la Sociedad National Geographic, es un planificador urbano de la Universidad de California.
De origen americano-iraquí, llegó a El Cairo tras pasar por los bosques de Borneo y Guatemala, donde observó cómo los pueblos indígenas sacan provecho de su entorno sin causarle daño. "Pensé que también se podían aplicar las posibilidades ecológicas en un entorno urbano degradado", comenta.
Para empaparse de la vida en un suburbio, no dudó en trasladarse con su familia al Darb Al-Ahmar y pronto comprobó que su idea era acogida con entusiasmo entre los vecinos. Todo el mundo aportaba ideas, hasta los niños de la calle.
Unos sugerían donde encontrar tanques de plástico (al parecer, de champú) para acumular el agua, otros sabían localizar tuberías de cobre y alguien propuso utilizar las latas de mantequilla para rematar los bordes de la placa solar. También utilizan botellas de plástico de agua y bolsas. Para cada material que le proporcionan del basurero busca un destino que sirva para abaratar el coste final. "Si se compraran los materiales, nadie en este barrio podría tenerlo, superaría lo que ganan en un año", asegura.
En una primera fase, los prototipos fueron financiados, en parte, por la agencia estadounidense de cooperación USAID, pero el objetivo es que el producto sea muy barato y los propios artesanos del barrio puedan suministrarlos a sus vecinos.
El futuro del biogás
«No somos idealistas, estamos aquí para aportar soluciones y la energía solar juega un papel primordial en nuestro trabajo», dice con convicción. Recuerda que quienes ahora disfrutan de calentadores solares son, mayoritariamente, familias que emigraron del campo a El Cairo hace 30 años y se hicieron dependientes de la energía, una cadena de la que Culhane quiere ayudarles a soltarse.De hecho, su segundo gran proyecto es el biogás, un combustible que se genera por la biodegradación de la materia orgánica y que sería de gran utilidad en las cocinas. El sueño de Culhane es que, poco a poco, los tejados rebosantes de basura y desperdicios de Darb Al-Ahmar se vayan llenando de instalaciones solares y biogás y que toda la comunidad, tanto la musulmana como la cristiana, aporten sus ideas a este proyecto, como ha ocurrido hasta ahora.
Su proyecto, que desarrolla a través de su propia ONG (Solar CITIES), es brillante en su sencillez: se basa en fabricar calentadores de agua, de hasta 200 litros, con el material reciclado recogido en el vertedero. "Una madre egipcia pasa hasta siete horas organizando el baño de sus hijos, yendo a por el agua, calentándolo. Con este sistema siempre tendrá agua caliente disponible, y sin generar contaminación", explicaba, eufórico, durante una visita reciente a Madrid.
Culhane, nombrado explorador emergente de la Sociedad National Geographic, es un planificador urbano de la Universidad de California.
De origen americano-iraquí, llegó a El Cairo tras pasar por los bosques de Borneo y Guatemala, donde observó cómo los pueblos indígenas sacan provecho de su entorno sin causarle daño. "Pensé que también se podían aplicar las posibilidades ecológicas en un entorno urbano degradado", comenta.
Para empaparse de la vida en un suburbio, no dudó en trasladarse con su familia al Darb Al-Ahmar y pronto comprobó que su idea era acogida con entusiasmo entre los vecinos. Todo el mundo aportaba ideas, hasta los niños de la calle.
Unos sugerían donde encontrar tanques de plástico (al parecer, de champú) para acumular el agua, otros sabían localizar tuberías de cobre y alguien propuso utilizar las latas de mantequilla para rematar los bordes de la placa solar. También utilizan botellas de plástico de agua y bolsas. Para cada material que le proporcionan del basurero busca un destino que sirva para abaratar el coste final. "Si se compraran los materiales, nadie en este barrio podría tenerlo, superaría lo que ganan en un año", asegura.
En una primera fase, los prototipos fueron financiados, en parte, por la agencia estadounidense de cooperación USAID, pero el objetivo es que el producto sea muy barato y los propios artesanos del barrio puedan suministrarlos a sus vecinos.
El futuro del biogás
«No somos idealistas, estamos aquí para aportar soluciones y la energía solar juega un papel primordial en nuestro trabajo», dice con convicción. Recuerda que quienes ahora disfrutan de calentadores solares son, mayoritariamente, familias que emigraron del campo a El Cairo hace 30 años y se hicieron dependientes de la energía, una cadena de la que Culhane quiere ayudarles a soltarse.De hecho, su segundo gran proyecto es el biogás, un combustible que se genera por la biodegradación de la materia orgánica y que sería de gran utilidad en las cocinas. El sueño de Culhane es que, poco a poco, los tejados rebosantes de basura y desperdicios de Darb Al-Ahmar se vayan llenando de instalaciones solares y biogás y que toda la comunidad, tanto la musulmana como la cristiana, aporten sus ideas a este proyecto, como ha ocurrido hasta ahora.
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